Aunque parezca el título de una canción… hoy vengo a hablarte de algo serio, porque la situación actual lo requiere.
Una de las propuestas de autocuidado para tí como profesional sanitario es que aprendas a dirigir la compasión hacia ti mism@. Ya sabes que, aunque la palabra te suene raro, la autocompasión no es más que tratarte con la misma amabilidad con la que tratarías a un ser querido cuando lo está pasando mal.
Y ser autocompasivo implica necesariamente que aprendas a poner límites claros y saludables.
Pero ¿qué tiene que ver la autocompasión con los límites? ¡Todo!
Puede que te pilles diciendo «sí» a demasiadas cosas y cumpliendo con demasiadas exigencias o expectativas de otros (a menudo a regañadientes), hasta que en algún momento (agotad@) estallas y lo pagas con alguien bruscamente…
Después suele aparecer la culpa y la vergüenza por haber reaccionado de ese modo, así que te disculpas o das demasiadas explicaciones, dejando de lado tus propias necesidades.
¿Por qué cuesta tanto poner límites? Suele ser por miedo al rechazo, al qué dirán o a las represalias; por complacer y agradar a otros; por quedar bien o por no tener claro qué es importante para tí y detrás de la dificultad para poner límites suele haber una baja autoestima.
Para que establezcas límites es prioritario empezar a escucharte, a poner atención en lo que necesitas en cada momento y dejar de hacer las cosas simplemente por agradar o porque es lo que otros esperan de tí.
¿Cómo empiezas a escucharte? Pues prestándote atención. ¿Así de fácil? Sí.
Para poder tener tus necesidades claras necesitas, en primer lugar, frenar el ritmo, parar y empezar a desarrollar un cierto nivel de conciencia que te aporte luz y te conecte con lo que es importante. Es lo que hacemos con el entrenamiento en mindfulness…parar y redirigir la atención al momento presente con una actitud libre de juicios para ser conscientes de la realidad tal y como es.
A medida que practicas, entras más en sintonía con las sensaciones de tu cuerpo, que te dan pistas sobre cuándo un límite es sano (placidez, descanso, ligereza…) o cuando se está traspasando (contracción, tensión, nudo en el estómago…)
Para que los límites sean claros y saludables has de aprender a decir NO, desde esa autocompasión (autoamabilidad) firme o fiera como le llama la experta Krisitn Neff, con valentía y firmeza a la vez que con amabilidad. Sabiendo que cuando dices NO a algo o alguien estás dándole un SÍ a algo más importante, en este caso… tu mism@, tus valores, tus necesidades (las que sean: descansar estar con tu familia o amigos, sacar a tu perro…)
Decir no, implica tomar las riendas de tu vida y ponerte en acción aunque a veces te pueda dar miedo o generar culpabilidad.
¿Cómo podemos hacerlo? El típico caso… te piden que dobles porque no hay personal…
- Siempre empieza por escuchar al otro tratando de comprender con empatía lo que te expone: “María está enferma y no encontramos suplente, ¿puedes doblar hoy?” (ojalá fueran tan correctos, eh..? )
- Pero ten en cuenta tus necesidades, tus valores, creencias… tu SÍ y exprésalo de forma amable: “Tengo que recoger a mi hija de la guardería” “He de sacar a mi perro” o simplemente “Necesito descansar”
- Así mismo debes expresar el NO con firmeza y claridad: “No puedo quedarme hoy”, sin darle vueltas, sin dar excusas…
- Para favorecer que todos ganen puedes proponer una alternativa “Si mañana María sigue enferma, podría organizarme para doblar”
¿Qué otros tipos de límites pueden ser necesarios poner? Además de poner límites para que se respete tu tiempo y energía, también puede ser necesario hacerlo a nivel:
- emocional cuando haya temas que te toquen la fibra o cuando otros se desahoguen emocionalmente contigo de forma habitual y necesites un respiro.
- a nivel mental para poder tener y expresar tus propias ideas y puntos de vista con libertad.
- en lo material , es decir lo referente a tus cosas, sobre quien, cuando y como se pueden usar.
- a nivel físico puedes poner límite en cuanto al contacto físico o la proximidad, y sobre comentarios acerca de tu aspecto físico, por ejemplo.
Cuando creas que es necesario y sano para tí establecer un límite, no pidas perdón por ello, ten en cuenta que estás priorizando tus necesidades y tus valores, no eres mala persona, ni egoísta… simplemente has decidido cuidarte. Si te disculpas por ello, de algún modo te estás menospreciando.
Dicho esto y como siempre te pregunto…¿qué estás dispuest@ a hacer para cuidar de tí?