La autocompasión es un concepto que todavía genera cierta resistencia porque con frecuencia se malinterpreta como indulgente, victimista o egoísta. Sin embargo, lejos de estas percepciones erróneas, la autocompasión se define como la capacidad de tratarnos con amabilidad, comprensión y apoyo en momentos difíciles, justo como lo haríamos con alguien a quien queremos profundamente.
Por lo tanto, es un pilar básico del autocuidado, ya que nos permite atender nuestras necesidades con amabilidad y conciencia.
Desde la psicología contemporánea y las tradiciones contemplativas, la compasión se entiende como una sensibilidad hacia el sufrimiento propio y ajeno, junto con el deseo y la motivación para aliviarlo. Ambas perspectivas coinciden en considerar la compasión como una habilidad esencial para el bienestar emocional y las relaciones saludables.
Existen tres flujos o direcciones fundamentales de la compasión:
- Compasión hacia los demás: la habilidad de reconocer y desear aliviar el sufrimiento ajeno.
- Autocompasión: dirigir hacia nosotros mismos esta actitud compasiva y amable cuando atravesamos dificultades.
- Recibir compasión: permitirnos aceptar el apoyo y la compasión de otros cuando lo necesitamos, aspecto frecuentemente olvidado pero igualmente crucial.
La importancia de la autocompasión en profesionales sanitarios
Se puede ser compasivo con los demás sin ser compasivo con uno mismo, pero esto no es sostenible en el tiempo sin perder salud, sin quemarse. Para poder dar compasión a otros hemos de aprender a ser compasivos con nosotros mismos y a recibir compasión y ayuda de los demás.
Los profesionales sanitarios estamos habituados a ser compasivos con los demás, pero nos cuesta mucho serlo con nosotros mismos y también nos cuesta pedir y recibir ayuda, de ahí que seamos un colectivo con riesgo elevado de desgaste.
La Dra. Kristin Neff, investigadora pionera en el campo de la autocompasión, la describe como:
«una actitud amable hacia uno mismo cuando experimentamos sufrimiento o fracaso, reconociendo que el dolor es parte inevitable de la experiencia humana y abordándolo con atención plena y calidez emocional en lugar de juicio y autocrítica» (Neff, 2011).
De modo que distingue en la autocompasión tres componentes:
- Mindfulness: Implica estar abierto a la realidad del momento presente, ser consciente de las emociones, sensaciones y pensamientos con aceptación. Es darnos cuenta de que lo estamos pasando mal, estamos sufriendo, para poder responder amablemente a ese dolor. Cuando observamos con atención plena nuestro dolor, podemos reconocer nuestro sufrimiento sin exagerarlo, permitiendo una perspectiva más sabia y objetiva sobre nosotros mismos y nuestras vidas.
- Humanidad compartida: Reconoce que todos los seres humanos somos imperfectos, nos equivocamos y atravesamos momentos difíciles a lo largo de nuestra vida. El sufrimiento es algo que tenemos todos en común. Sabemos que la vida no es un camino de rosas y que entraña sufrimiento (pérdidas, enfermedad, envejecimiento…), pero se nos olvida a menudo y cuando aparece un revés en nuestra vida o cometemos un error, tendemos a sentirnos aislados y creer que somos los únicos que sufrimos. Recordando que el dolor forma parte de la experiencia humana, podemos conectar con los demás.
- Ser amable con uno mismo: Habitualmente cuando nos equivocamos o fallamos, en lugar de brindarnos apoyo y amabilidad, nos criticamos duramente y nos castigamos y exigimos por ser inadecuados. La amabilidad hacia nosotros mismos y la aceptación incondicional son actitudes que facilitarán que nos tranquilicemos y consolemos activamente cuando las circunstancias externas resulten difíciles. La amabilidad activa el sistema de calma y satisfacción, mientras que la autocrítica activa el sistema de protección frente amenazas.
Mitos comunes sobre la autocompasión:
Existe mucha confusión entorno al concepto de autocompasión y suelen surgir ideas preconcebidas o mitos como los siguientes:
- Es sentir lástima por uno mismo:
La autocompasión no significa lamentarse ni ponerse en el papel de víctima. Al contrario, nos ayuda a reconocer nuestras emociones difíciles y tratarlas con amabilidad, facilitando su procesamiento. Además, nos recuerda que todos compartimos experiencias similares, reduciendo así el aislamiento emocional. - Significa debilidad:
En realidad, la autocompasión requiere coraje y fortaleza. Las personas autocompasivas son más resilientes y enfrentan mejor las dificultades, aprendiendo de ellas con mayor facilidad. - Es autocomplacencia o autoindulgencia:
Esta confusión surge al pensar que solo la crítica dura genera motivación. Sin embargo, igual que motivaríamos a alguien querido desde la amabilidad y no desde la dureza, la autocompasión motiva positivamente, promoviendo cambios sostenibles. - Es narcisismo:
A diferencia de la autoestima, que depende de éxitos y comparaciones externas y puede fomentar competitividad y aislamiento, la autocompasión es aceptación incondicional de uno mismo como ser humano, generando calma, satisfacción y conexión con los demás. La autoestima fluctúa con las circunstancias, mientras que la autocompasión ofrece estabilidad emocional constante. - Es egoísta:
Muy al contrario, practicar la autocompasión nos hace más empáticos, solidarios y cuidadosos con los demás. Al tratarnos con ternura ante el sufrimiento propio, abrimos nuestro corazón hacia los demás.
Algunas formas de practicar la autocompasión incluyen:
- Pausa compasiva: detente y reconoce: «Este es un momento de sufrimiento; puedo tratarme con amabilidad.»
- Mano en el corazón: coloca una mano sobre tu pecho como gesto de apoyo hacia ti mismo/a.
- Carta compasiva: escribe una nota dirigida a ti mismo/a, ofreciendo consuelo y comprensión.
Cultivar la autocompasión es una inversión en bienestar personal y profesional. Al cuidar de nosotros mismos con mayor amabilidad, podemos cuidar mejor de quienes nos rodean, construyendo entornos sanitarios más humanos y sostenibles para todos.
Uno de los pilares del PAPS (Programa de Autocuidado para Profesionales Sanitarios) es el cultivo de la autocompasión para prevenir el burnout y aumentar la resiliencia.
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